El también luchaba contra los molinos, al menos contra lo
que él creía que eran molinos, vagaba por las calles y provenía de algún lugar
cuyo nombre no quería recordar. Cada mañana pintaba su cara de cobre, vestía la
armadura y tomaba por Rocinante una bicicleta para representarse a sí mismo,
había logrado liberarse a través de la locura
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